Y no paremos nunca. Manchame con tus palabras una y otra vez, hasta que entienda el sentido de lo que dices, hasta que entienda que no estarás más...
Porque a veces la gente se va. Y ni el café cortado a sorbos de tu sonrisa, ni la manta que te arropa las tardes de lluvia consuela el desprecio del olvido, la inconsciencia de la muerte o el desdén de la distancia.
Eternos y amargos como el final de aquella obra que creo que hablaba de amor... Estrellas inalcanzables como él... que se ha ido. Sin más. Y a veces, es mejor evitar la tristeza de un doloroso final...
Háblame siempre que puedas, a través de la pantalla. Y no nos dejes nunca...