lunes, 6 de septiembre de 2010

Vaciar papelera de reciclaje


Últimamente mi ordenador y yo siempre tenemos la misma pelea. Me reclama espacio y yo con cierta frecuencia tengo que dárselo. Así conseguimos ir tirando y que lo nuestro sigue adelante. Así que cuando consigo pasar lo más pesado al disco duro externo, queda eliminar lo que ya no me interesa. Y ahí, de repente, salta una ventanita que me resulta siempre punzante, incluso irritante: "¿Está seguro de que desea enviar a la papelera de reciclaje este archivo?" NO. No quiero eso, quiero ELIMINARLO, DESTRUIRLO. Le doy a 'Aceptar' y a continuación surge de nuevo otra ventana que, en la misma línea efuemística, te informa de que el archivo está siendo "reciclado".

No mira, es que no lo has entendido, no necesito que mi ordenador me hable con un lenguaje suavizado por si acaso no soy capaz de aceptar la dura realidad. Quiero eliminar un documento y punto.

Y sobre esto casi no pensamos y sin embargo estamos rodeados de eufemismos, expresiones vagas y lugares comunes que no hacen sino ensuciar y entorpecer una ya deteriorada comunicación, llena el ruido y devaluada por el mal uso del lenguaje.

La semana pasada falleció el periodista Carlos Mendo y por motivos profesionales estuve bastante pendiente del anuncio de la noticia. Gran profesional que tuvo la mala suerte de tropezarse por el camino con una larga enfermedad que acabó por llevárselo. Eso es lo que se dijo. Y se dijo así, para no decir que el fue el cáncer el que lo mató.

El cáncer da miedo, es evidente. Y mucha gente lo pacede, lo que hace que este tipo de noticias precisen de una especial delicadeza en su trato. Pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre y el uso de expresiones concebidas para el maquillaje de la realidad no crea más que confusión y algo de buen sabor de boca y confortabilidad de espíritu al que le toca darlas. Y, claro, compasión e ignorancia al quien las recibe. Hacen que los hechos pierdan su significado, sus carácterísticas propias y nos sitúan, como periodistas, en la frontera entre la comodidad y la realidad.

Usamos mal las palabras, porque no sabemos aceptar la realidad tal y como viene. Si bien es cierto que el control del lenguaje es fundamental en nuestra profesión, que hay que tener en cuenta que nos dirigimos a un público heterogéneo, no siempre dispuesto o preparado para escuchar lo que tenemos que contar, también lo es que abusamos de figuras que nos libran de la responsabilidad de hacerlo. Y eso no es más que otra forma de arruinar la comunicación y extinguir la esencia de nuestro trabajo.

Me resulta sorprendente la gente que cuando ve o escucha un informativo dice: "Madre mía, no ponen más que noticias desagradables. Voy a acabar por quitarlo". O aquellos que consideran que son contenidos no aptos para menores, equiparables a una peli porno o una de esas con mucha sangre. Es cierto. Quítelo, porque, ¿a quién puede apetecerle ver imágenes de atentados suicidas, guerras, otro nuevo caso de violencia de género o más delincuencia en nuestra ciudad? Se vive mejor ignorando porque ya se sabe con los ojos que no ven. Pero lo siento. Ahora, en el Mundo hay guerras, hay muertes, hay machismo asesino, hay corrupción por los esquinas, hay regímenes totalitarios, hay pateras, mendigos y delincuencia organizada. Ah, y drogas. Y eso pensando así por encima. Y si crees que tus hijos deben pensar que todas estas no existen, crearás individuos ajenos a la realidad, alienados por la sociedad de consumo-sociedad de confort, con total incapacidad para comprender, por desconocimiento, algo que les supera.

Y es que es probable que tengamos lo que nos merecemos. 20 minutos de breves noticias al día. Un mundo comunicativo suavizado porque no nos atrevemos con la realidad que nos rodea. Que con ella, ya vivimos cuando salimos a la calle.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Trastos

Foto: Segio Cambela

Se me hace tarde siempre últimamente y me he convertido en trasnochadora sin remedio.
Hoy Bego y yo hemos fantaseado en el trabajo (no todos los viernes se estrenan programas, ni hay la expectación que había la semana pasada en el estudio) entre convocatorias de máster, Nueva York y lo que podría ser tener una aventura increíble entre dos continentes. Las dos tenemos claro que, si hay que elegir, Sudáfrica antes que Francia, Johannesburgo antes que París. Por aquello que tanto repetirmos últimamente para sentirnos libres e independientes y, aunque pobres y becarias, con posibilidades de triunfar: "O lo hacemos ahora, o no lo haremos nunca".
Hemos quedado en que el martes (cuando "presentemos" la temporada) hablamos con Montse sí o sí. Que ella de esto sabe. A ver en que queda.
De momento, entre fantasías varias sobre nuestro futuro, chocolatinas inglesas, maletas y folios hemos pasado la tarde. Y la impresora ha acabado echando humo... es importante, para empezar a creer, tenerlo por escrito.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Swing it with me


Y despertarme en otra ciudad sería una utopía. Cuando tus brazos están ya vacíos de agosto, desperezo en tus otoños su sabor a azul de mar.
Estremeces el atardecer, cuando por abril marchas a escondidas y el otoño me hace resurgir.
Despertarme a tu lado es hoy día insuperable, si cuando creo que te tengo, pierdo tu olor consciente del vacío que empiezo a llenar aun a pesar de las heridas.
Suerte de llenar mis eneros con tus primaveras. Mala suerte de perder un siglo en tu recuerdo.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Septiembre



Cuando llega fin de año siempre lo pienso. Quizá porque nuestra vida está más organizada en cursos que en años, el 31 de diciembre no suele significar para mí necesariamente un cambio de etapa, un momento para hacer buenos propósitos y prometerme a mí misma que haré las cosas mejor. Todo eso ocurre justo ahora, en septiembre, el mejor momento para iniciar, mejorar, planear y empezar con energías renovadas.

Ha sido un verano raro, que casi no he visto pasar. Y, porque no decirlo, un año feo que no tendré ninguna pena en dejar atrás dentro de unos meses. Sin embargo no hay tiempo que perder. No se muy bien qué será de mi los próximos meses, qué pasará con mi beca, si me renovarán o tendré que buscar trabajo en otro lado. Si finalmente empezaré ese segundo ciclo en otra universidad y si encontraré el curso perfecto de fotografía y el tiempo para hacerlo. Pero, extrañamente, eso no me preocupa. Como no se estarme quieta esperando, pongo bonito mi CV, relleno solicitudes y a volar... Si las cosas no salen siempre cómo querrías, ni ocurren en el momento en el que deberían, hay que intentar aprovecharlas cuando vienen. La vida es adaptarse a los cambios que se producen en ella, y en eso estamos.

Tengo algunos proyectos interesantes entre manos (uno muy chulo del que hablaré pronto) y, aunque la suerte es fundamental, el trabajo también. Así que así estoy, manos a la obra... Hacía tiempo que no tenía tantas ganas.