Me gusta que las cosas tengan un significado. Algo que solo yo entiendo, algo que solo vale para mí. Que alguien haga especial un momento, un lugar o un olor. Que al recordar, mis sentidos y el impulso reescriban lo que viví. Saber ver donde otros no ven y encontrar eso que solo estaba ahí para mí.
Me gusta vivir a base de sentimientos aunque me empeñe en utilizar la cabeza. Porque el que se deja guiar por lo que siente no se equivoca. Y me empeño en encontrar un equilibrio que me reconcilie de lo intenso del sentir y lo frío del pensar. Y a veces creo que lo encuentro y otras que el punto medio es una falacia inalcanzable.
La felicidad son momentos.