martes, 1 de junio de 2010

Esas cosas que pasan sin querer



Y miré a un techo lleno de dibujos rojos. El techo de la habitación de una niña a la que tocó incordiar para descubrir sin más que arriba, desde la lámpara, salían un millar de ideas de esas que dejan con la boca abierta. De la mano de alguien que no conocí hasta aquel momento me tumbé y no me salió ni una palabra. Y fue solo un sueño. Y desde entonces me da por mirar siempre arriba, allí donde está todo lo que queda por decir, donde las cosas pasan sin querer.