No se trata (sólo) tanto de saber lo que queremos, como de saber lo que no. Estos días de descanso han venido en el momento adecuado. Para mí, septiembre es siempre el inicio. Y aunque signifique el final del verano me gusta porque es época de comienzos, de sensaciones, de ilusión y nuevos proyectos. Aunque ese proyecto seas tú mismo. Estos días de descanso me han permitido, sobre todo, pensar y también dejar de hacerlo.
A partir de YA comienza mi nuevo curso. Y entre las metas y objetivos que me he apuntado en una de esas listas que amo hacer, hay uno por encima del resto: limpiar mi vida de todo lo malo, del ruido, de la gente tóxica o las actitudes dañinas, de los gestos feos, del silencio. Voy a buscar los detalles, los momentos de magia, las miradas, las coincidencias, las conversaciones, el valor de un café y, sobre todo, voy a seguir un instinto que pocas veces me falla, que me dirige al equilibrio, a lo bueno.
Hay cosas para las que uno no debería esforzarse. Y yo ya me he esforzado mucho. Tengo muy claro mi objetivo este nuevo curso.