Objetos encontrados

Corriendo logré coger el tren de El Escorial. No es fácil la vida en el puente que comunica todas las vías de Atocha. Para bien o para mal, eran casi las 8 de la tarde y no había tanta gente como doce horas antes. Ahorrándome unos cuantos empujones, conseguí hacer los cien metros lisos y el descenso de la escalera mecánica (que, por supuesto, estaba parada...) en un tiempo récord.

Dentro del vagón me senté empezando a respirar... a mi lado, el 20 minutos más 'sobeteado' del planeta. No se como explicarlo, pero me da bastante cosa coger un periódico que ha pasado por decenas de manos que véte tu a saber donde han estado... Miro hacia los demás asientos, nada. A esas horas, es raro el periódico que queda vivo.

Arriba, en los estantes, aun menos. O no, espera! ¿Qué es eso? no, no es un periódico. Es blanco, y tiene muchas hojas... parece... parece un libro! Como si la corriente eléctrica hubiese pasado por mi cuerpo desde mi asiento, me levante de un salto y fui al estante a comprobar si eso que parecía un libro, era de verdad un libro o por el contrario todo había sido fruto del cansancio y la carrera...

Estiré el brazo y ... allí estaba. Uno de esos libros que la gente va dejando por ahí, para que otros los lean. Y yo fui la elegida. Tiene un encanto tan especial... Nunca sabrás quien lo dejó allí, ni cuantas personas lo han leido antes, ni quién lo puso en circulación.. y solo pensar en el momento en el que yo tenga que decidir el sitio y lo deje... es tan emocionante!!!

El libro que pasó a ser mío durante una corta temporada se llama Objetos encontrados, de Marcos Eymar.. ya veremos qué tal y... dónde lo dejo!